Perversión: Capítulo 7
Capítulo
7:
Antes
que la puerta tocara la pared los dos estaban a una distancia de
seguridad. Él se había colocado el cuello de la camisa y abrochado
los botones, mientras que ella se bajaba discretamente la falda y
cruzaba apretaba los muslos para contener los picores que le
inflamaban las paredes de la vagina. Cuando se sintió un poco más
segura con su aspecto físico levantó la mirada para encarar al
sujeto que les había interrumpido.
Había
pasado años desde que se sentía de aquella manera, una especie de
culpabilidad con rabia. No sabía donde meterse, tampoco que decir y
mucho menos quería dar explicaciones a gente que no se lo merecía.
Y mucho menos a él, no después de que se hubiera ido, dejándola no
sólo con el corazón roto si no con tantas deudas que tuvo que
vender todas sus propiedades y terminó viviendo en ese minúsculo
apartamento. Le gustaba, adoraba su nueva vida y todo gracias a John.
Su ex novio y casi marido. Cruzo los brazos poco dispuesta a cooperar
en esa conversación que debían haber tenido años atrás, mucho
antes que ella tuviera un nombre y tanto dinero que pudiera bañarse
en él. Conoció a ese sujeto al principio de la facultad de
Medicina, fue un flechazo a primera vista o al menos eso había
creído ella, hasta que descubrió que simplemente había sido un
“mientras tanto”.
- ¿A que has venido?- preguntó con la voz más gélida que tenía y le envió una mirada clara de odio y desprecio. Tenía que ser correcta con sus pacientes y amigos, pero con él podía ser incluso el mismo diablo y así pensaba hacerlo. Ese hombre ni se merecía la agua del rocío.
- Vengo a darte una explicación.- informó él con voz ronca y temblorosa mientras miraba incómodo a Markus, que sin darle permiso se había quedado sentado en el sofá de la consulta, con una expresión tan serena pero al mismo tiempo amenazante.- ¿Podríamos hablar solos?
Dijo
mirándolo y después posando sus ojos sobre ella. A su vez ella miró
a Markus, que dibujo una sonrisa divertida y se acomodó más sobre
los cojines, dejando bastante claro su opinión de abandonar ese
lugar. Ella sonrió satisfecha y sintió una calidez en el pecho. No
necesitaba apoyo moral para despachar a John de su vida, lo había
hecho años atrás unas cuantas veces después de que se enteró de
todo, y pensaba seguir haciéndolo. Pero después de casi cinco años
sin verlo, sin que apareciese pensó que ese capítulo de su vida
estaba cerrado, pero parecía que eso tan sólo lo creía ella.
Esperó
en silencio invitando al intruso a que hablara, ya había dejado su
opinión bien clara y no pensaba seguir hablando. Más bien, abrió
su portátil y comenzó a teclear algunas cosas, fingiendo que todo
lo que le dijera carecía de importancia para ella. Y en cierto modo
era sí, pero tenerlo ahí en frente, le dio una idea que podría
mejorar su relación con Markus. Aunque había terminado pensando
que lo que tenían, si así se podía decir que tenían algo, era un
simple juego para él, pero aún así quería estirar un poco más el
hilo de su suerte. Suspiró fingidamente y cerró la pantalla, se
levantó y salió de la mesa, miró a John y con un movimiento de
cabeza le dijo que salieran. Antes de salir del despacho observó
triunfal la cara de desconcierto del doctor sexy. Se mordió el labio
aguantando la sonrisa cuando comenzó andar con John a su lado.
Los
pies le dolían, sentía que sus dedos pequeños habían pasado a
mejor vida, tenía el estómago revuelto y el olor alcohol le
producía náuseas. Mientras corría al baño y vomitaba todo, se
maldijo haber caído en la trampa de “una copa”. Con su ex novio,
una copa nunca era algo fijo. Su vida junto a él siempre había sido
así, nada claro, nada fijo y nada se daba por supuesto. Así fue
como terminó pagando una casa para el señor, comprando un coche que
no se podía permitir y celebrando fiestas que salían de su
personalidad. Cuando se quiso dar cuenta, él ya simplemente se había
marchado, posiblemente con otra mujer con dinero y menos rata que
ella. Aún recordaba con dolor como había trabajado hasta caer
enferma para poder salir de las deudas, como estudió como una cerda
y se centró en su trabajo para poder volver a recuperar parte de su
dignidad. Esos años, jamás fueron cosa conocida para su familia,
pensaba que si sus viejos lo descubrían comenzarían a darle una
lección de vida y cuando logró arreglarlo todo, era demasiado mayor
para aguantar tonterías de un hombre que aún pensaba que el sexo
fuera del matrimonio era un sacrilegio. Por lo que muy digna y en
soledad arregló su vida y tan sólo demostró aquello que su padre
podría tolerar.
Salió
del baño, aún con el ardor en la garganta, camino arrastrando los
pies a la cocina y sacó una botella de agua. La abrió y se bebió
el medio litro de golpe. Pensó durante unos minutos en la sensación
que tenía en el corazón: cálida y en cierto modo feliz. John a
pesar de que había sido un cabrón, había regresado para devolverle
todo el dinero que perdió. Cuando sujeto el cheque entre sus manos,
no pensó en como lo había conseguido, pero tampoco le importó. El
fantasma de su pasado había desaparecido, le contó la bonita
historia de su vida después de ella y lo feliz que era con su mujer
embarazada y su casita en la montaña. En otro periodo de su vida,
quizás la dicha de ese sujeto le hubiera matado, pero tan sólo se
sentía extrañamente cómoda, era como si todos los pedazos de su
vida hubieran encajado. Después de terminarse el resto de la botella
se dispuso a irse a dormir, cuando el timbre de su apartamento sonó.
Durante dos segundos pensó en quien sería, pero tardo cero coma en
adivinar que tan sólo podía ser Markus. Se mordió el labio feliz,
pego unos saltitos y se dispuso abrir la puerta. Casi comenzó a
gotear al imaginar lo enfadado que estaría y el placer que eso le
producía le hizo gemir. Se centró un poco antes de correr a la
puerta y abrirla. Delante de ella estaba él, aunque su imagen era
muy diferente a la que había esperado...
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