Perversión: Capítulo 4

Original 
En Proceso. 
Si quieres ponerla en alguna página
¡Adelante! Pero por favor, da créditos.
Éste será un proyecto conjunto entre Kath y yo, esperamos que lo disfrutéis tanto como nosotras al escribirlo. 

AVISO: CONTIENE LENGUAJE SEXUAL EXPLÍCITO



Entender que no podía seguirle,había sido la decisión más difícil de su vida. Apagó el cigarro y entró en el hospital,con la cabeza alta y con la mejor sonrisa que pudo poner. ¿Cómo iba a poder olvidar las manos de Markus sobre su cuerpo? Las caricias,los besos... Era algo que tenía grabado a fuego. Las miradas de las enfermeras y otras doctoras,parecían clavarse como cuchillos,pero siguió caminando directa a su despacho. A fin de cuentas,ella iba a ser la jefa de planta y debía tener dignidad y no perder la compostura. Aunque por dentro,tan solo quería llorar. Se cerró en aquel despacho al que ella le había dado vida,sus plantas,sus cuadros de aspecto infantil,su ordenador lleno de notitas de los niños que atendía... Se le vino todo encima. Porqué podía tener el cariño de tanta gente,¿pero no podía tener el de Markus? ¿Porqué? Cuando cerró la puerta,ahogó un sollozo. Sin embargo,ese sollozo acabó convirtiéndose en un mar de lágrimas. Lloraba en silencio,ese dolor que la estaba atravesando,era mortal. Después de no se sabe cuanto tiempo llorando,se miró en el espejo. Estaba pálida,demacrada y las ojeras se le habían marcado como a un oso panda. Intentó arreglarse todo lo que pudo,acabar el papeleo pendiente y marcharse a casa. Pero al salir,iba a toparse con él,ahí mismo. En la puerta de su despacho con los ojos de depredador. ¿Cómo iba a poder decirle qué no?


  • Entra,nena. -Su voz de amo resonaba en sus oídos a pesar de que susurraba.
  • Lo siento... Pero tengo que irme. -Lo dijo lo más segura que pudo,pero las piernas le temblaban. Sabía que no iba a aguantar mucho. 
  • ¿Me estás rechazando? -Enarcó la ceja y la miró directamente a los ojos de una forma que Alex no reconocía,jamás la había mirado así. 
  • ... SI. -Su respuesta fue tan rotunda,que hasta ella misma se sorprendió. 

Lo apartó de su camino y caminó... Esa había sido la última vez que iban a encontrarse de esa manera. Sabía que él no soportaría un rechazo,pero haberlo hecho,le dio la suficiente confianza como para soltar un grito de victoria cuando subió a su coche. Había podido rechazarle,aunque su cuerpo había querido traicionarla. 

Esa noche,la lluvia que se cernía sobre su cabeza cuando salió del coche,la empapó. Llegó a su casa completamente calada,pero eso era como una limpieza. Una purga de Markus. O al menos,eso quería pensar. Se preparó un baño con agua hirviendo. Las sales la relajaban,la música clásica,claro de luna,sonaba suavemente,ocultando la tormenta de fuera. Hasta que el timbre la sacó de su momento de relax. Se envolvió en la toalla y miró el reloj. Era medianoche,tenía que haber pasado algo. Abrió corriendo y casi matándose al llegar a la puerta. Y ahí estaba él,su amor,su pesadilla. Completamente mojado y con cara de pocos amigos. El rechazo lo había matado y buscaba venganza. Alex se puso tensa,en su cuerpo,cada pelo estaba tan tieso que se podía rayar cualquier cosa. 

  • ¿Quién eres tú? ... -Su aliento a café y tabaco le azotó la cara a Alex.- ¿Quién eres tú para rechazarme? -La agarró por la cintura y la puso sobre el sofá. -Eres mía. 
  • Markus... No puedo,tú... Tú... Me estás matando. -Su voz temblorosa,pero a la vez excitada la delataba. Delataba sus nervios.- Yo... Te quiero,Markus. 
  • Solo es sexo,nena. Confundes tus sentimientos. Déjate llevar. -Esa voz,era la voz del mismísimo diablo. Capaz de convencer a una monja de que Dios no existía. 

Su ropa desapareció sin que Alex se diese cuenta y la toalla de ella,acabó en el suelo. Las manos de Markus masacraban sus pechos,mientras su lengua jugueteaba con sus pezones. Alex quería parar,pero a la vez,no quería. Era muy contradictorio que el deseo pudiese más que la razón. La lengua de Markus fue bajando lentamente,hasta llegar al clítoris. Subía,bajaba,hacía círculos y poco a poco metía un dedo,otro... Alex estaba tan dilatada que pensaba que había metido el puño entero. Sus gritos ensordecían a Markus,pero él no podía parar. Esos gritos le hacían querer más. El primer orgasmo,siguió a otros tantos más. Alex estaba extasiada,pero aun así,no se saciaba. Y en ese momento,se dio cuenta de que jamás acabaría saciada de aquel hombre. Sobretodo cuando introdujo su enorme miembro en ella. Y el ritmo era tan lento y tortuoso que pensaba que iba a morir en el próximo orgasmo. Ese hombre no iba a irse y lo había dejado muy claro. Le gustase o no,ella no podía irse cuando ella quisiera,ni dejarle. Todo estaba en manos de Markus. Él era quien lo decidía todo... Incluso cuando terminaban.











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