Pierrot: Capítulo Final
10.
Adiós:
La
única solución para arreglar las cosas era esa. Aunque le costara, aunque le
doliera y supiera que al hacerlo, se llevaría una parte de su alma… era la mejor
opción. No sólo para su hija, sino también para el reino y para su fiel marido.
No era ajena a las relaciones ilegítimas que tenía el rey, pero tampoco le
había llegado a importar. Llevaban cuatro años casados. Tres de éstos donde no
tenía ojos para otra cosa que no fuera su hija. Sabía que lo había abandonado,
había abandonado todo para olvidar a Sasuke, para poder fingir tener una
familia ideal para su reino y su hija. Pero ya había pasado mucho tiempo y
dentro de su alma, dentro de su corazón todo seguía igual. Debía acabar con
eso, y eso debía ocurrir ya…
La
ciudad dormía, incluso las luces de las calles estaban apagadas y ni los
animales nocturnos se atrevían a decir nada. Enfundada y oculta entre las sombras
caminó con cuidado. Sabía que si llegaba más tarde de lo planeado la gente
sospecharía, por lo que no podía irse con remilgos. Hacía frío y caía la
lluvia, pero debía ser todo ese día. Haría todo lo posible para recuperar su
vida, su felicidad y la confianza de su marido.
No
hizo falta que llamara a la puerta. Ésta estaba abierta, como otras tantas
noches. Desde aquel encuentro hacía cuatro años atrás, no había podido dejar de
visitar ese lugar. Caminar por las calles oscuras y huir a refugiarse en los
brazos de aquel joven moreno. Era una adultera y siempre lo sería, siempre que
fuera él quien le llevara a serlo. Sonrió con melancolía al encontrarse con los
ojos oscuros de su amante y con una sonrisa entre alegre y triste. Ambos sabían
que ese día debía ser el final. Ella entró a la casa y se pegó a su pecho,
mientras las manos de él danzaban por las cuerdas de su vestido y le desprendía
ante él. Tan rápido como comenzó a tronar ella quedo desnuda, delante e
indefensa ante los ojos hambrientos de Sasuke. ¿Alguna vez dejaría de temblar
ante su roce? Río con amargura para sus adentros y gimió cuando comenzó a
introducir cada pequeña parte de su miembro en ella.
Las
relaciones sexuales con Sasuke siempre habían sido increíbles, de ensueño y
sumamente agotadoras. Pero ese día, a pesar de haber tenido cientos de orgasmos
no podía simplemente decirle que parara. Quería que se consumiera con ella.
Quería que su vida acabara ahí mismo, así no tener que despedirse, así no tener
que separarse para siempre. Un para siempre era muy doloroso. Quería ser
egoísta y perderse otra vez en él, pero tenía una misión…
- Esto debe acabarse…-habló
él mientras le besaba en el hombro después de terminar dentro de ella.
- Lo sé…- jadeó mientras se
deslizaba por las sábanas y se sentaba para contemplar el cuerpo sudoroso y
rojizo de él.
Ambos
se quedaron desnudos, a cierta distancia del otro esperando a que fuera el otro
que dijera la palabra que lo finalizara todo. Así estuvieron tanto rato que el
reloj de la iglesia comenzó a resonar por toda la ciudad. A duras penas la
reina se vistió y voló hasta el castillo, para su suerte aún la gente estaba
demasiado dormida para reparar en ella o en cualquier cosa extraña.
Esas
idas y venidas se repitieron una y otra vez. Los meses iban pasando y no
parecía encontrar solución hasta que un día...
- Bienvenidos…-saludó una
voz tímida- altezas…-intentó hacer una reverencia, pero una enorme barriga le
impedía hacerlo, por lo que bajó la cabeza apenada.- perdonen mi falta de
educación pero…
- ¿Querida ocurre algo?-
Sasuke apareció y se quedó helado al ver el rostro sorprendido de Hinata y a el
rey que sonreía con tranquilidad.
- No te preocupes querida,
los embarazos son complicados…
Le
animó el soberano mientras con palabras calmadas le pedía que le enseñara unos
dulces. Así Hinata y Sasuke se quedaron solos, observándose en silencio y con
un aire incómodo que cargaba el ambiente…
- Enhorabuena…-logró decir
ella.
- Gracias…
El
silencio se prolongó hasta pasar unos cuantos minutos cuando el rey y la
dependiente embarazada se reunieron con ellos. La chica sonrió con timidez a
Sasuke y se abrazó a su brazo, mientras Gaara le ofrecía la mano a su esposa…
Hinata
se quedó contemplando la escena, con el corazón encogido y sin saber muy bien
que elegir. Lo correcto o lo incorrecto. Ser feliz o ser aún más feliz.
Volvió
a mirar a la barriga de la joven, las mejillas sonrosadas de Sasuke y luego la
gran y cálida mano que el rey le ofrecía…
Sonrió
y dio un paso para sujetarle la mano. No era una elección del todo correcta,
pero tampoco incorrecta. Era la opción incorrectamente correcta…
- Adiós…
Logró
escuchar cuando cruzó la puerta de la pastelería junto al rey, sus guardias y
su maravilloso y largo reinado.
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