Firts Sin: 1. Mudanza

Nombre: Firts Sin
Original
En proceso
Es una historia original. Si la quieres poner en otro lugar, dar créditos.

Firts Sin

Prólogo:
Una lluvia inesperada sorprendió a la gente de la calle. La mayoría corrió para esconderse debajo de los toldos de las tiendas o refugiarse dentro de cafeterías y restaurantes. Pero ella se quedó ahí, de pie, observando como el agua se aglomeraba en pequeñas partes del suelo e intentando no pensar en lo que acababa de hacer...
La parte más racional de su cerebro le decía que había hecho lo correcto. La más emocional, tan sólo lloraba en silencio, sintiendo como si la pérdida hubiera sido más grande de lo que realmente era...



1. Mudanza:
Los hombres de la mudanza habían dejado todas las cajas esparcidas por el salón y las demás habitaciones del apartamento. Ver el pronóstico de su mañana, tan sólo le daban ganas de salir por la puerta y no volver a entrar hasta que todo estuviera colocado. Pero esa fantasía se iba a quedar en eso, después de todo había cogido a su gato debajo del brazo y sus maletas para independizarse. Sabía que podía quedarse en su casa familiar eternamente, su madre jamás le echaría. Quizás a su hermana mayor si, pero a ella lo dudaba. Aún así, decidió largarse de la pequeña casa de Lucan y mudarse al centro. Por casualidades del destino, había encontrado un pequeño apartamento a dos cuadras de la Universidad, así que el trayecto no iba a ser muy complicado, aunque tampoco era algo que le importaba. Durante tres años, se había levantado a las seis de la mañana, para coger el coche y conducir por las calles oscuras hasta el centro, y más en concreto su universidad. Así que poder ir caminando era un lujo. También el hecho de no tener que escuchar a su hermana pelear con su novio y su madre quejarse por el gato. Volvió a mirar todas las cajas y se pensó mejor eso de salir corriendo...

Llevaba más de cuatro horas ordenando y limpiando sin parar. La tetera estaba vacía, los restos de pan y queso habían volado tan rápido como los había encontrado su gato, enrollado entre sus piernas ronroneaba mientras ella sacaba los libros de las cajas. Ya había limpiado y colocado los muebles, ahora lo único que le faltaba era darle un toque personal. Aunque viviendo en un apartamento de una sala-cocina y una habitación con baño mucha decoración no podía poner.
Estaba colocando el último libro en la estantería cuando un golpe de puerta resuena por toda la casa. Se quedo con el brazo estirado y mirando a la puerta extrañada. Hacía frío así que no tenía ninguna puerta abierta, por lo que el estruendo debía ir de afuera. Meditó durante un par de minutos si debía salir a mirar que había pasado, pero después recordó su imán para atraer a las personas desgraciadas y rechazó la idea de inmediato. Prosiguió ordenando lo que quedaba en las cajas, cuando una fuerte discusión comenzó en el rellano de la entrada del ascensor. Movida más que por la curiosidad que por su imán, dejó de hacer todo y se acercó a la puerta. La abrió un poco y contempló una discusión conyugal. Una mujer de largos cabellos rizados, con la piel morena y los cabellos negros tiraba ropa al rellano, mientras el hombre alto, de cabello corto y negro contemplaba la escena pasándose la mano por el pelo. Si no estuviera tan cansada, se hubiera puesto a hacer voces e imaginándose lo que pasaba, pero su sentido del humor a las diez de la noche, se limitaba a quedarse dormida parada o encima de su gato. Cerró la puerta con cuidado y prosiguió con lo suyo, mientras seguía escuchando como la discusión seguía y seguía.

La casa parecía un lugar decente cuando decidió salir para alimentarse a ella y a su mascota. Se cambió el chandal verde fosforito por unos vaqueros y se quedó la sudadera donde ponía “Universidad de Mallorca”. Se recogió el cabello en un moño alto y calzó unas deportivas manchadas de pintura. Quiso mirarse en el espejo, pero no necesitaba saber que iba a estar igual de blanca que siempre y que sus ojo grandes almendra tan sólo reflejarían cansancio. Además, tenía la sensación que tenía las gafas tan sucias que su ojo ya se había acostumbrado a la mugre. Se despidió del felino que la miraba aburrido y abrió la puerta.
Antes de ni siquiera mirar, su alarma para la desgracias vibró en su cabeza, y luego contempló como su nuevo vecino estaba sentado apoyado en la pared, hundiendo la cabeza en las manos y con un mar de ropa a su alrededor. No lo hagas. ¡Emily! ¡No lo hagas! Le gruñó una voz en su interior. Suspiró y caminó hasta el hombre, se arrodillo y le miró.

- ¿Quieres comer algo?- dijo mientras observaba como dos ojos negros la miraban con incredulidad. Ella tan sólo sonrió y le ofreció la mano.- Soy Emily O'connor. Soy nueva en la finca. -señala los restos de cajas al lado de su puerta.
- James Austen...-le estrecha la mano y dibuja una avergonzada sonrisa- lamento que me veas en esta situación.

Ella niega y le ayuda a levantarse del suelo. En silencio entre los dos meten toda las pertenencias de él en una de las cajas vacías que tenía en la entrada y después en el mismo silencio caminan por las calles dormidas de Dublin, hasta llegar a un pequeño Pub entre una iglesia y la vía para salir del centro. El ambiente ya era más calmado que horas atrás, los camareros recogían las últimas copas y cuando los vieron entrar le saludaron con cortesía y ofrecieron una carta de bebidas. Los dos pidieron un bocadillo y una pinta.

- ¿Y a que te dedicas?- rompió el silencio Emily, sabiendo que debía dejar un margen de protección para su cordura, pero aquel hombre le inspiraba tanta ternura que la protección se había desactivado por inactividad.
- Soy medico...- dice en un hilo de voz- trabajo en el hospital St. James...- ríe y mira a Emily que intentaba no reírse- si, es una casualidad bastante absurda.-
- Dentro de unos meses comenzaré a trabajar en ese hospital ¿sabes?- le informa mientras se chupa los dedos- Me gradúo de enfermería, así que supongo que...nos veremos. Doctor Austen.- le guiña los ojos y por fin logra sacarle una sonrisa.


El pub cerró sus puertas cuando ellos salieron. Caminaron uno junto al otro mientras comentaban cosas sobre el hospital, pacientes y personal. Después de un largo silencio James le confesó que su mujer y él tenías problemas debido al trabajo. Los dos eran médicos, pero llevaban años queriendo tener hijos, pero por el hospital no habían podido ponerse a ello y ese día ella había explotado. A las doce de la noche se veía sin un lugar donde dormir y mañana tenía trabajo. Emily se sujetaba las manos detrás de la espalda, cuando su imán comenzó a activarse y a pedirle que lo atrajera a ella. Odiaba dejar abandonado a gatitos en la calle, por eso, cuando llegaron al apartamento le invitó a pasar, sin saber las consecuencias que eso podría traerle. 

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