Katherine: 8. Anular.

8. Anular:

Está sentada en el banco de siempre, alisando el vestido con las manos nerviosas. De vez en cuando le sale una sonrisa tonta, otras tan sólo ve la puerta esperando a que salga él. Tiene tantas ganas de verle, que el frío realmente es un asunto sin importancia. El vestido conjuntado con el chal, hace que sus curvas y formas femeninas resalten más, algo que realmente le hace sentir más mujer. Nunca los dieciocho le habían dado tanta felicidad, pero sabiendo que al final podría conseguir el amor real de Jean... Es una tontería tan sólo querer eso por otra persona, pero para ella era tan sólo un peldaño más para conseguir la felicidad.
Levanta la vista cuando las puertas se abren, ahí sale él. No puede evitar una sonrisa y salta para acercarse a él. Le abraza y siente como sus manos dudan antes de responder el abrazo, pero lo hace. Después con sus manos grandes se las coloca en los hombros y la aleja de él.

- ¿Qué ocurre?- quiere saber Kath mirándolo con los ojos abiertos.
- No puedo ir contigo hoy...- bufa, mientras se pasa la mano por la cabeza.- Tengo que quedarme...

Abre los ojos tanto como puede y da un paso para atrás para ver el rostro de Jean. En el no hay culpabilidad, tan sólo una suma molestia. No sabe si molestarse o entristecerse, pero su cuerpo responde por ella. Gira sobre sus talones y comienza a caminar en dirección de su casa. Necesita alejarse antes de parecer una cría de quince años. Sabe que no puede molestarse, porque él es médico, y salva vidas, pero aún así... Es mi día. Gime para ella y se para para cruzar la calle. Mira que no pasara ningún coche, aunque un domingo a las diez nunca pasaba nadie. Cruza y al medio del paso de cebra siente la mano de Jean que le sujeta la muñeca.
- Por favor Katherine... - suplica- no te enfades...- su voz parece triste y angustiada.
- No estoy molesta – miente e intenta soltarse.

La mano de Jean se relaja sobre su muñeca, pero aún así no la suelta. Los dos están en medio del paso de peatones, ajenos que a una alta velocidad se aproxima un coche. Es muy tarde cuando se quieren dar cuenta...

Un grito sale de su boca. Jamás ha oído ese tono en su voz, tampoco como su cuerpo se pudiera tensar tanto y que la sangre tuviera aquel olor desagradable. Su vista esta desenfocada, pero aún así puede ver el cuerpo de Jean tirado en el suelo, con el rostro empapado en sangre y su brazo derecho partido. Vuelve a gritar pero su cuerpo se mueve con ella. Corre hasta tocar en el pecho al herido, le llama intentando que reaccione. Puede ver como abre los ojos y la ve...

- No... te...enfades.- pide con voz entrecortada, como si no estuviera tirado en el suelo, sangrando.
- No estoy molesta...- las lágrimas le saltan de los ojos empapando el rostro ensangrentado de Jean- No lo estoy...- miente.

Gritó. Eso fue lo único que logró hacer cuando una de las partes más dolorosas de su pasado volvieron para golpearla con crueldad. Las lágrimas le comenzaron a salir una tras otra, mientras pequeños gemidos iban abriendose paso por su garganta, luego las piernas le dejaron de funcionar y estaba aovillada en el suelo de la clínica, llorando y gimiendo delante un grupo de gente sorprendido.


Sintió como unas manos le cogían en vuelo y la trasladaban a otro lugar, pero no estaba segura si realmente lo era o es que volvía a sumirse en un mar de recuerdos. La vista se le desenfoco y cerró los ojos para seguir torturándose. La caja de pandora estaba abierta y ya no quería cerrarla...

Está aovillada en un pasillo oscuro, tiene apósitos por el brazo y unos moratones por la cara, además de razguños por las piernas, y el vestido sucio y manchado de sangre y tierra. La sangre es suya y de Jean. No está segura como había llegado a ese lugar, tampoco le importa. Tan solo quiere que la puerta se abra y alguien le informe de lo que ocurre.
Levanta la cabeza de sus rodillas cuando sale Jack. El hermano mayor de Jean. Tiene el traje azul de quirófano manchado de sangre y el rostro contraído...

- Katherine...- sisea su nombre. Ella se levanta y se acerca, espera buenas noticias.- No puedo operarle...- gime.
- ¿Cómo?- grita acercándose a el y cogiéndole de la camisa- ¿Por qué?

A pesar de que conoce poco de la jerga médica, logra entender unas cuantas partes importantes. Jean tiene un fuerte golpe en la cabeza, un trozo de hueso le ha perforado una parte motora del cerebro y el brazo no le responde ante los impulsos. El diagnóstico es malo, pero se puede operar por lo que había entendido, aunque ello significa un riesgo...

- Házlo... - dice segura, mientras todo el cuerpo le tiembla.
- Pero...
- Jack, es tu hermano... pero sé que le salvarás.
No sabe en que momento el pasillo se llenó de personas, pero pudo reconocer tres rostros familiares y el de su madre. Una mujer de cabellera larga de color rojo oscuro y grandes ojos, una mujer mayor con traje de monja y otro hombre muy parecido a Jean y Jack. Katherine podría intentar recordar, pero solo tiene fuerzas para mantenerse de pie y seguir mirando a Jack son su resolución.

Las horas pasan lentas. El pasillo está en silencio y el brazo de su madre rodeándole la cintura le ofrece apoyo. Realmente necesita más que eso, un milagro. El amor de su vida, esta en una mesa del quirófano con el cerebro abierto mientras médicos intentan arreglarlo y evitar que pudiera acabar con su vida como cirujano. Traga saliva al imaginar como se vería el rostro de Jean si no pudiera volver a operar, si no volviera a tener esas conversaciones interesantes sobre medicina, que ella obviamente no entendía nada. La simple idea hace que se le atraganten las lágrimas y rompe a llorar más fuerte.

- Se fuerte...- susurra su madre a su oído. A pesar de que nunca había especificado que clase de relación tenía con Jean, su madre era inteligente y lo supuso.- Se pondrá bien, ya lo verás...

La puerta se abre, Jack vuelve a salir con una sonrisa de satisfacción. Kath logra respirar y llora solo de alivio. Él espera a que la llantina cese y cuando se separa de su madre, la coge del brazo y a lleva a un lugar alejado. Se frota las cienes, traga saliva y le mira a los ojos. Aquel hombre es idéntico a Jean, aunque sus ojos son azules y su cabello de un tono más negro agrisado, que gris, como su hermano. Le sale el hipo al imaginar que Jean era así de joven. Sonríe avergonzada, pero aliviada.

- Quizás tenga amnesia... - suelta apartando los pensamiento de su mente.
- Bueno, es normal... se ha dado un golpe ¿no?- el rostro de Jack es más triste de lo que debería ser.- Una amnesia... se cura ¿no?

El silencio en sus labios dejo claro que no siempre era así... Kath se esperó lo peor.

El techo blanco de una habitación de hospital le recibió cuando abrió los ojos. Sentía todos los músculos tensos, las manos le dolían y tenía la vista borroza. Cuando se llevó la mano a la cara, comprobó que no tenía sus gafas y que le habían puesto un vía. Suspiró y se incorpora con dificultad. Buscó sus gafas, pero al no encontrarlas y verse sola, decidió volver a sumirse en un mar de recuerdos, aunque éstos no serían del todo positivos para su estado...

- Me prometiste... que no volvería.- susurró cuando escuchó que la puerta se abría y Jack entró.
- No puedo controlar a mi hermano, Katherine...

Sus palabras la obligaron a sumirse en un mar de recuerdos otra vez. Aunque esa vez, sabía que eran los últimos. No había mucho más pasado que averiguar...

Había pasado una semana desde que operaron a Jean. Y ella regularmente iba a verlo. Como ese día. Abre la puerta de la habitación con un ramo de flores en el brazo y lo que ve la dejó helada. Jean está despierto, abrazando a la mujer de cabellos rojos, los dos tienen una sonrisa divertida y cuando la ven, se separan avergonzados. Kath suelta un pequeño gemido...

- ¿Quien eres tú?- quiso saber Jean, mientras se cierra el pijama con la mano izquierda.- Una niña no debería estar aquí...- su voz era fría y molesta.
No supo que decir, por lo que se agacha y recoge su ramo de flores, cierra la puerta y camina sin parar, hasta llegar a un pasillo sin salia. Se aovilla en el suelo y rompe a llorar. Algo le había dicho que eso iba pasar, pero verlo era diferente. Sintió que el corazón se le rompe en pedazos y como toda la fuerza que había tenido esos días se perdiera. Escucha unos pasos a sus espaldas y el aroma a colonia le avisa de quien era...

- Piensa que estamos en el 2000...- susurra- aunque le hemos dicho que no, pero aún así sigue teniendo esa actitud de...- corta sus palabras molesto.
- ¿Así... era antes de conocerle?- le mira con los ojos llenos de lágrimas.
- Mucho peor...- susurra- Lo siento Katherine, pero...

No hizo falta que siguiera metida en los recuerdos. El resto de la historia la recordaba. Su Jean había desaparecido, a pesar de que ella lucho día tras día para que se acordara de ella, el con duras palabras le contestó que jamás la habría querido. Que quizás había jugado con ella y que era mejor que le olvidara. A raíz de esa conversación entró en un estado de shock permanente. Sus padres decían que parecía un fantasma. Respiraba, comía y se movía, pero no era la misma. Aunque les costó tomaron la mejor decisión...

- Anular los recuerdos...- siseó para ella, recordándo aquel día que la llevaron a esa sala y todo se borró.- ¿Por qué volvió?- quiso saber.
- Después que saliera de riesgo, lo enviamos a Barcelona donde tienen un equipo mejor de rehabilitació, junto con Rebeca le convencimos que se quedara allá...
- … hasta ahora ¿no?- sonríe con amargura.


Sentía todo el cuerpo pesado, pero al mismo tiempo libre. Ligero como una pluma. Se incorporó y se quitó la vía con cuidado. Se apretó el punto de sangre y esperó a que la sangre dejara de salir. Después se levantó y salió de la habitación. No saludó ni miró a Enrico y Alexandra, que la observaban tristes y preocupados. Tampoco reparó que los gemelos la miraban preocupados y que Leonardo y su madre también estaban ahí. Sabía que debía explicar muchas cosas, pero ese día no. 

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