Katherine: 4.Película.

4. Película:
Caminaba en silencio detrás de sus compañeros, mientras ellos tan sólo canturreaban canciones del jardín de infancia y comentaban a gritos lo buenas que eran esas cervezas y lo muy simpático que habían sido los camareros. A lo primero ella no podía comentar nada, puesto que prácticamente no había probado ni un sorbo. Durante toda la velada había tenido un nudo en la garganta y dolor en el estómago, temía que si bebía alcohol le sintiera mal y terminara vomitando antes de tiempo. Y por lo de los camareros, si que eran muy amables tanto que a Katherine le resultaba incluso extraño. Tenía la sensación que los conocía, por lo que su actitud con ella no era del todo normal, parecía como si esperaran a que les dijera algo o comentara, cualquier cosa. Era como si rogaran por una señal. Cuando abandonaron el bar, ambos la miraban con rostro triste y feliz al mismo tiempo. No supo por qué, pero quería pedirles perdón aunque... no sabía el porque.
Después de acompañarles a casa a sus amigos borrachos, volvió a la suya por el camino largo. Todo jaime III, Ramblas y como solía hacer, se detuvo en la Clínica Rotger. Casi como por casualidad, supo que ese bar y esa clínica tenían un vínculo muy importante con ella, aunque como tantas cosas de ese día no sabía la razón, y una gran parte de ella se moría por saber la razón. Sobre todo, porque una simple imagen de tumblr le había turbado tanto el día.


Las prácticas iban a comenzar, todo su campus estaba revuelto y los de último curso como ella, tan sólo querían salir de ese sitio y no volver a entrar más. La mayoría se iban a quedar en un hospital, los otros se habían aventurado a hacerlas en el extranjero y ella, tan sólo quería hacerlas en un lugar. La Clínica Rotger siempre había estado presente en ella, y más en esos últimos días. Se había prometido evitar pasar por esa calle, para no tener más ganas de empezar y sentirse más inquieta de lo que ya estaba.
Su clase para celebrarlo había decidido ir al cine y a cenar ese mismo día, por lo que en voz en grito la delegaba ponía las cosas en claro: En Plaza España a las ocho para cenar, luego coger bus hasta llegar a Ocimax y ver la película. Muchos comentaron para ir de copas después, y entre todos la voz de Alexandra salió...

- El otro día fuimos a uno super bueno. ¿A que si chicos?- miró a Katherine y a Enrico.- Los camareros nos trataron super bien, y la cerveza estaba rica y barata. ¿Por qué no vamos ahí? Además, está cerca.

Un “Si” masivo explotó en la clase. Alexandra había juntado dos palabras importantes “bueno y barato”. La reunión para la juerga de horas atrás se había cerrado. La película se había elegido antes de que Katherine hubiera puesto atención, por lo que cuando llegó a su casa buscó el título de la película por el youtube, cuando apretó el botón de encendido supo que había hecho algo mal...

- Tus padres se van a preocupar.- habla con voz grave cuando la ve entrar.
- No lo harán...-sonríe- Porque saben que estoy contigo ¿Sabes?
- Desde luego Katherine, ¿Qué quieres de mi? - ríe y le acaricia la cabeza, desordenandole los cabellos.

Ella tan solo sonríe y disfruta de la caricia.
- Sólo te quiero a ti.- contesta simple.
- Aún eres una niña, no sabes lo que quieres.- contesta mientras se vuelve a sentar en su silla y mirar unos informes.
- Pero te quiero a ti, Jean. ¿Eso está mal?

El aparta la mirada de sus hojas para mirarla, sonreír y negar.
- No está mal pequeña, pero deberías querer a alguien de tu edad.

Automáticamente su dedo detuvo la reproducción. La niña de la pantalla, con cabello largo, castaño oscuro y gafas grandes negras, miraba al hombre de cabellos grises con una traviesa sonrisa. La imagen comenzó a tener demasiado significado para ella, el nudo en el estómago le comenzó a asfixiar y el corazón le hacía prisión en el pecho. No tuvo que pensar mucho para saber que debía hacer. Cogió su bolso, abrigo y sin avisar a sus padres salió corriendo hasta llegar a aquel bar. Las puertas estaban cerradas, pero la luz interior iluminaba las calles algo oscuras. Su reloj marcaban las siete. Tenía una hora para descubrirlo todo. Tomó una bocanada de aire y entró...

- Bienveni...- las palabras de uno de los hombres se quedó muda cuando la vio. La conversación de los únicos dos miembros del bar se interrumpió y los camareros anteriores tan solo la podían ver a ella, olvidando que estaban llenando una copa de vino y fregando los platos- ¿Katherine?- le llamó con voz ahogada.
- ¿Por qué... me conoces?- quiso saber .
- Llegó el día...- dijo uno que estaba dentro de la barra.

Un hombre bajo, de piel clara, calvo y con sonrisa agradable salió de la barra, se acercó a ella le sujetó la mano y sin pedir permiso la sentó. Al cabo de unos segundos, el hombre alto, de cabellos oscuros, piel algo morena y ojos negros se sentó a su lado. Los dos se sujetaron la mano, sonrieron y la miraron...

- ¿No te acuerdas de nada?- preguntó el alto.
- Nicolas, es normal... tiene un bloqueo.- le regañó el bajo, frunciendo el ceño.- Tranquila pequeña, está bien... ¿Vale?
- ¿Esta bien?¿El qué está bien?- preguntó aún más nerviosa que antes, sabiendo que el tiempo estaba a su contra.

El que se llamaba Nicolas se levantó, caminó con pasos largos hasta llegar a una puerta. Entró y la cerró, después se escuchó como unos pasos subían unas escaleras, como sonaba otra puerta y luego silencio. Unos minutos después bajó con una caja mediana, ésta estaba amarillenta, arrugada y con un celo que la cerraba de parte a parte. La puso en la mesa y la miró. Katherine tan solo observó la caja, sintiendo un nudo mayor en el estómago y teniendo miedo de abrir la caja... Aquello que su mismo sentido común le había estado avisando iba a pasar... ¿Estaba preparada para acordarse de todo?
Nicolas por ella tomó la decisión de que lo estaba, abrió la caja y comenzó a sacar objetos que no parecían tener ningún valor, hasta que una bufanda mal hecha, de color verde la trasportó unos años atrás y el dolor en la yema de los dedos en esos tiempos le volvió...

Camina con seguridad bajo la lluvia, tenía la bolsa en la mano bien cerrada y aunque sabía que no iba a significar nada para él, para ella era todo lo que podía hacer. Sólo tenía quince años, era aún una niña, pero después de haberlo conocido y pasar muchas tardes junto a él en la consulta del hospital, sabía que él era la persona indicada para ella. Si no era él, no podía ser nadie.
Entra por la parte del banco, sonríe y saluda a una de las monjas que al verla otra vez, niega con la cabeza y ríe. Baja a la planta de las consultas hasta llegar a una que con letras negras ponía “Jean Collin” . Toca la puerta y al ver el rostro cansado de Jean todo tuvo sentido...

- ¿Es que nunca te vas a cansar?- rie al verla entrar y sentarse en el sofá de una esquina. - ¿Cuantos años hace que vienes?¿Tus padres no se preocupan?
- Siempre me dices lo mismo, y siempre te diré lo mismo... te quiero y te terminarás enamorando de mi.- sonríe.
- Y siempre te respondo lo mismo...-ríe.

Sin decir nada más, recoge algunas cosas de la mesa, se pone la chaqueta y mira a Katherine que le observaba con las mejillas sonrosadas por el frío. Suspira y mueve la cabeza para que salga.
En silencio caminan por la rambla, hasta llegar al bar. Entran.

- ¡Aleluya! ¿Es que no sabes que hora es?- les regaña un hombre bajo.
- No te enfades Toni. Soy médico, es normal que tarde.- refunfuña Jean, mientras se quita la chaqueta y tiembla.

De forma discreta Toni mira a Katherine y mueve la cabeza. La susodicha se acerca a Jean, le coge de la manga y tira de ella. Jean la mira esperando a que le dijera nada, pero al no tener respuesta se agacha para estar a su altura, cuando hace eso, ella saca una bufanda verde de la bolsa y se la enrrolla en el cuello.

- Es tu cumpleaños ¿no?- murmura roja como si eso explicara todo- Nunca llevas bufanda, pensé... que te gustaría.- esconde las manos detrás de su espalda.

Jean se queda sorprendido mirando la bufada, sonríe y en respuesta a su regalo le da un tierno beso en la frente y susurra “Gracias”.

El reloj del bar apuntaban las diez de la noche, Jean se estiró en su asiento y miró a Katherine que canturreaba algo en un micrófono en el escenario, mientras Toni le aplaudía la gracia. Sonríe y la llama para marcharse. Un domingo más, esa niña había cumplido su palabra.

Un hilo de aire salió de su boca, sentía que el pecho le hacía daño y que los ojos se le llenaban de lágrimas, pero ellas no salían de sus ojos. Miraba la bufanda sintiendo que millones de sensaciones olvidadas le volvían al cuerpo, como si cada sensación fuera una pieza de puzzle que encajaba a la perfección con ella. Dejó la bufanda en la mesa y sacó una pequeña foto, dónde estaba ella y Jean sentados en ese mismo banco... La imagen de tumblr le vino a la cabeza, al mismo tiempo que el nombre de la película que iban a ir a ver ese día. Sintió un frío en el estómago y miró a Toni y Nicolás. Quería hacerles partícipe de todos sus pensamientos y sobre todo aquella imagen, pero no quería hacerse una idea equivocada de las cosas. Suspiró y guardó todo de nuevo en la caja, miró su reloj y antes de marcharse les aseguró que volvería.
Tenía la sensación que al salir del cine ese día, tendría que ir a verles y hacerles muchas preguntas...

En plaza españa estaban solo cinco personas, las demás habían decidido ir solo a beber después de la película y la cena. Casi por desespero que por otra cosa, llamaron a los que si iban a venir pero llegaban tarde y le informar del lugar de la cena. Sin más esperar fueron a un restaurante italiano cerca de la plaza. Cenaron contando las cosas de los hospitales y luego hablaron de la trama de la película. A cada palabra que iban diciendo a Katherine no le gustaba nada. A ninguno de sus compañeros les parecía raro que la película llevara su nombre, pero a ella eso le inquietaba demasiado... No había ningún libro famoso con su nombre, y pensaba que los nombres de las películas debían ser interesante, que llamaran la atención, pero solo un nombre... Eso no le gustaba nada.
Llegaron al cine después de la cena, y el cartel de la película tan sólo reflejaba algo de lo que había estado pensando durante toda la cena. El cartel era de una chica, muy parecida a ella pero más guapa debido que era actriz, mirando a la lejanía y como de fondo un hospital... ¿Era una clase de broma?

- ¡Katherine date prisa!- le llamo Alexandra cuando la vio plantada en la entrada.

Contra su voluntad se despegó del cartel y se unió a la cola para la compra de entradas. Después de abasteserse con chucherías y bebida, todos fueron a la sala y cuando las luces se apagaron Katherine ya no estaba ahí..


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