Una llamada: 2. Desliz.
Primera pregunta: ¿Quién es el quien baila con Caroline? El nombre que más salga, será quien baile con ella.
¡Anímate a comentar! No seas tímido.
¡Anímate a comentar! No seas tímido.
- Desliz:
Sentía como su dedos largos
y finos se deslizaban sobre su columna, haciendo figuras extrañas
mientras sus labios iban besando cada superficie de su cabello. Era
una actitud relajada, indefensa y en su rostro no había ninguna
señal de victoria o cualquier sentimiento que pudiera darle a
entender algo. Simplemente estaban ahí los dos, desnudos, cuerpo con
cuerpo y disfrutando del momento después de haber hecho el amor...
Suspiró. Esa no había sido
su primer encuentro sexual, y era consciente que se repetirían una y
otra vez. Incluso cuando Taylor estaba junto a ella, cada partícula
de su ser reaccionada antes su presencia, como si la parte más
salvaje de su interior pidiera a gritos reunirse con el.
Los dedos de Klaus dejaron de
acariciar sus espalda, y notó como todo su cuerpo se tensaba.
- Tengo que irme...-le susurró al oído y besó en la frente, para después dedicarle la más tierna y honestas de las sonrisas y desaparecer. En un momento se encontró suspirando como una chiquilla enamorada.
Tenía cada músculo de su
cuerpo contraído, pesado pero al mismo tiempo totalmente relajado.
Estiró brazos y piernas, mientras buscaba con la mirada los restos
de ropa interior. No entendía porque siempre después de tener sexo
alguien les interrumpía, era como si el cosmo supiera que estaba
haciendo algo mal. Sonrió mientras las imágenes de la noche se le
venían a la cabeza y como su cuerpo recordaba con increíble placer
cada caricia ardiente de el.
Bajó las enormes escaleras
de su mansión, cuando lo vio reunido con sus hermanos. Ninguno giró
para verla cuando cruzó el pasillo y salió de la casa, y ella
tampoco dio a ademán de entrar y saludar. No quería involucrarse en
nada de lo que estuviera haciendo el, eso solo había sido un
encuentro sexual nada más. No significaba nada más.
El móvil estaba recostado
sobre la encimera de la cocina, mientras distraída cortaba patatas y
algunas zanahorias para cenar. No era una amante de la comida humana,
prefería la sangre, pero había acordado junto a su madre, que si
ella venía a visitarla, debían fingir ser humanas. Aunque ella
fuera una vampira sedienta de sangre. Ríe al recordar el comentario
de su madre, frunciendo el ceño y frotándose la frente, intentando
digerir la noticia que su hija ya no era humana. Se concentró en
escuchar la conversación de sus compañeras de casa, que hablaban
sobre los planes para final de curso. De golpe calló. Desde que
Taylor se había ido su mundo se había detenido, todos sus anhelos y
expectativas habían sido arrastradas por el, ahora se encontraba
hueca, llenando con sexo salvaje esos agujeros que había descuidado.
Frunció el ceño y miró al móvil, mientras se sintiera encadenada
a ese cacharro no podría avanzar, y por mucho que todo el mundo le
dijera que el iba a volver...¿Qué debía hacer ella?¿Esperarle
como una buena novia? Una buena novio, no se tira al tipo que casi
quiere matar a tu novio le espeta con acritud una voz malvada en
su cerebro. Es cierto, pero...¿debo esperarle como perro a su
amo? Murmura y al escuchar su comentario simplemente no puede
evitar reír.
- ¿Qué te resulta tan gracioso?- preguntó Elena, trayéndola a la fuera a la tierra y a la cocina.
- Nada ...-ríe aún- me acordé de una cosa – sonríe.
- Me alegra que vuelvas a sonreír, Caro.- dice con cariño Bonie y Elena asiente apoyando sus palabras.
Enseñó los dientes en una
alegre sonrisa y se prometió volver a ser la Caroline Forbes que
todo el mundo conocía. Humanos ¡temblad! Gruñe riendo en su
interior.
Los pasillos del instituto
estaban totalmente vacíos a esas horas, no se escuchaba nada más
que sus paso golpear contra el suelo. Debía terminar de escribir
algunos informes para la clase de historia, rellenar unos formularios
para la clase de química y una redacción para la clase de
castellano. Y era plenamente consciente, que si no se quedaba en el
instituto no los acabaría nunca. En su casa, había demasiadas
distracciones, y sobre todo el bendito móvil. A pesar de que lo
había escondido en un cajón, una parte de su subconsciente tenía
la oreja puesta en el. Por lo que se castigó en el instituto, le
pidió al conserje que el dejara las llaves y ella misma se
encargaría de cerrar todo. Si no fuera vampiro, posiblemente
quedarse sola en ese lugar, le espantaría, pero con su oído
sensible podía oír incluso la respiración de un pájaro subido a
un árbol, además de pegar la carrera siempre que fuera necesario.
Su instinto de supervivencia estaba mucho más alerta que nunca.
Terminó de hacer toda la
parte académica, para centrarse en visualizar como sería el baile
de fin de curso. Caminó con paso lentos, con las manos cruzadas y
agarradas en la espalda, imaginando las guirnaldas por el techo, las
paredes decoradas y en el gimnasio, dónde se celebraría el baile;
todo decorado en ambiente del siglo XIX. Colores pasteles, sillas con
un atuendo rústico y una música totalmente dulce, de ensueño.
Buscó su ipod y sacó unos
altavoces, los encendió y buscó una pieza en especial, cuando todo
se llenó de música y miró para adelante, con una sonrisa traviesa
y juguetona se encontraba el...
- ¿Me ofreces éste baile?- le ofrece la mano.
¿Cómo negarse?
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