Novio de papel: 3.Papel.
- Papel:
Sentía que su pequeño mundo poco
a poco se iba desintegrando, a medida que escuchaba los jadeos
adoloridos de Ian, su respiración entrecortada y como es esforzaba
por sonreír de aquella manera que le hacía caminar entre las nubes.
Los médicos no habían encontrado causa aparente para las quemadas
de sus hombros y espalda, parecía que tenía alguna enfermedad que
le erosionaba la piel poco a poco y no había ninguna cura posible.
Cada dos horas entraba una enfermera para limpiarle las heridas, y
cada vez que entraba Nina le sujetaba la mano y aguantaba en silencio
como su otra mitad se retorcía de dolor... ¿Cómo alguien tan bueno
podía sufrir tanto?
La oficina estaba fría, la luz
parecía más apagada que lo normal y por extraño que pareciera, sus
compañeros volvían a hacerle el mismo caso que antes de que Ian
apareciera. Más de una vez se encontró con una foto de algún
hombre soltero o un ramo de flores con bombones. Parecía que estaban
esperando el momento a que Ian muriera para saltarle encima. Tal era
las continuas amenazas que le pidió al jefe que le enviara el
trabajo a casa y que de ahí lo haría. Aunque el jefe lo aceptó, en
su mismo apartamento no podía concentrarse, sentía el eco de los
gemidos de Ian en las paredes, escuchaba como se removía inquieto en
la cama y como se quejaba, algo totalmente alarmante dado que estaba
en la UCI. Nadie más que ella había ido a visitarla y eso le mataba
aún más.
Cuando al final le bajaron a
planta, su estado aún era crítico pero por lo menos no necesitaba
una mascarilla de oxígeno para respirar, y la limpieza de las
heridas podía esperar un poco más de lo normal. Entre lo que cabía
Ian había mejorado, ahora ella podía estar a su lado.
- Perdón...- dijo con voz ronca, mientras buscaba su mano y se la estrechaba- soy un mal novio.
- ¿Eh? En absoluto...- negó ella intentando contener las lágrimas.
Su radiante novio, no brillaba con
aquella luz angelical, parecía como si su rostro se fuera apagando,
como si los colores que una vez invadían su rostro hubieran
desaparecido. Aunque le costara admitirlo, se moría... y ella no
podía hacer nada más que estar a su lado, y contarle historias del
país.
Qué difícil era la espera de la
muerte, cuando no se sabía cuando llegaría... pero que lo haría.
El apartamento estaba sucio, las
ventanas corridas y olía a cerrado cuando pudo llevar a Ian de nuevo
a casa. Sentía que al volver a casa, había una alta posibilidad que
todo volviera a la normalidad, pero en los últimos meses que pasaron
en el hospital, Nina volvió a tener esa extraña sensación que tuvo
hace un año. Antes de conocer a Ian y que volviera su vida mejor.
Antes de recordar que el amor podía quemar incluso más que una
llama... Y había comprobado que una quemada hecha por amor corrompía
la piel más rápido que cualquier otra cosa.
Estaba dormido en la habitación
cuando salió a arreglar la sala, encima de la mesa estaba aquel
cuaderno que compró tiempo atrás. Sonrió y lo abrió, paso las
páginas hasta encontrar una algo extraña; la hoja estaba en blanco
pero por la parte superior estaba mojada y quemada... una imagen de
un cuerpo humano se dibujo sobre la hoja y daba justamente donde Ian
tenía las quemadas. El cuaderno cayó al suelo y salió corriendo
del apartamento, corrió bajo la lluvia en pijama y no paró hasta
llegar a aquella extraña tienda. Estaba cerrada, pero muy adentro se
veía una luz encendida...
- ¡Ábreme!- gritó una y otra vez, dándole golpes a la puerta- ¡Por favor!- gimió cayendo sobre el suelo llorando desconsoladamente.
La puerta se abre, las manos viejas
y arrugadas de la señora le ayudaron a levantarse y la adentraron a
una habitación grande, con un sofá y una estufa encendida, sobre
una mesa habían montañas de libros y por las paredes colgadas
atrapasueños, la mayoría con la bola del centro oscura y en una
esquina, un dibujo. Su dibujo. La parte de arriba estaba quemada y
mojada, mientras goteaba agua de color roja...
- A veces la vida de los deseos suele ser larga...-habló la anciana cuando vio que miraba el dibujo- pero cuanto más larga sea la vida... más doloroso será su final.
La lluvia le caía fría sobre la
cabeza y hombros mientras corría de vuelta a su apartamento. En su
cabeza no paraban de haber diferentes imágenes, recuerdos e incluso
cosas que parecían ser demasiado subrealistas para que pudieran ser
real, pero ahí estaban, torturándola de camino a su casa.
Al llegar al apartamento Ian estaba
de pie, mirando como llovía y con una mano fuera, ésta a medida que
cada gota caía en su mano su piel se iba quemando...
- ¡No! - corrió y le apartó la mano del agua, olvidando que ella estaba totalmente mojada y al hacerlo solo le provocaba laseraciones por el cuerpo- ¡NO! ¡NO! ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué?- rompe a llorar aovillada sobre el suelo, cuando Ian estiró la mano para consolarla- ¡No me toques!
- Pero...
- ¡Qué no me toques!
Sus ojos estaban llenos de
lágrimas, por lo que no podía entender mucho el rostro totalmente
triste de Ian, que con esfuerzo solo intentaba sonreír. Se dejó
caer a su lado, apoyó la espalda con dolor sobre la pared, suspiró
y abrió la boca; su voz salió quejosa, débil pero terriblemente
sexy.
- Soy tu deseo... quería hacerte feliz...te amo.
- ¡No! ¡No eres mi deseo! ¡Eras mi novio!- al darse cuenta que hablaba en pasado, aceptó que iba a morir- ¡Eres mi novio! ¡Mi novio joder!- llora desconsoladamente.
- Tu novio de papel...
Susurró y quedó dormido a su
lado. Nina levantó la vista y observó como su pecho estaba más
pálido que lo normal y las marcas de quemazón iban extendiéndose
de forma visible sobre su abdomen, brazos y piernas... con tristeza
entendió que no era quemada, no le había quemado el agua, después
de todo una hoja con un dibujo pintado, cuando caía al agua...el
dibujo se expandía y desformaba hasta desaparecer...al igual que lo
haría su novio de papel.
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